Ambos nutrientes actúan sinérgicamente y sus funciones se complementan. Contribuyen significativamente a la salud ósea y dental, y favorecen el funcionamiento del sistema cardiovascular. Mientras que la vitamina D3 facilita la absorción de calcio en el tracto digestivo, la vitamina K2 es un nutriente clave que influye en su distribución en el organismo. Por un lado, facilita la deposición de calcio en los tejidos duros y, al mismo tiempo, previene la calcificación de los tejidos blandos, como los vasos sanguíneos.

En verano, debemos obtener vitamina D de forma natural a través de la luz solar y, en invierno, complementarla con los alimentos. Sin embargo, la dieta habitual no cubre las recomendaciones preventivas, por lo que es recomendable asegurar un aporte suficiente mediante suplementos dietéticos. La mayoría de los expertos recomiendan tomar vitamina D en una dosis básica de 1000 UI durante todo el año. Si tomas suplementos de vitamina D, es recomendable complementarlos con una cantidad adecuada de vitamina K2. Esta mezcla es un suplemento dietético ideal, ya que contiene ambos nutrientes en una proporción óptima.

La vitamina D es una vitamina liposoluble (como las vitaminas A y E) y se almacena en el tejido adiposo. El uso prolongado de dosis excesivas puede provocar su acumulación en el organismo y toxicidad. Nuestra dosis es segura, ya que está lejos de alcanzar la cantidad que podría causar una sobredosis.

La necesidad de vitamina D puede variar según la edad, el estilo de vida, la estación del año y el estado de salud. La recomendación general puede no ser adecuada para todos; por eso hemos creado un sencillo cuestionario para ayudarte a encontrar la dosis más adecuada para ti.